El Puente del Diablo
Del puente comúnmente conocido con el
nombre de “Puente del diablo”, se han
tejido una serie de leyendas. Su origen data
del siglo XVI. La construcción formó
parte del Ingenio de la Santísima Trinidad y fue el centro del importante latifundio
denominado El Mayorazgo de la Higuera,
propiedad de Francisco Hernández de la Higuera.
El Ingenio fue fundado en el
siglo XVI, en la congregación El Grande, del municipio de Coatepec, Ver. Dicho
ingenio azucarero era conocido con el nombre de Ingenio El Grande, en
comparación con el de menores dimensiones que era el ingenio de la Limpia Concepción de Nuestra Señora establecido en la
congregación El Chico, perteneciente
hoy, al municipio de Emiliano Zapata[1]
Poco antes de finalizar el siglo XVI, el
Ingenio de la Santísima Trinidad, tenía una extensión de 14,500 hectáreas y
constituía una de las más vastas extensiones dedicadas a la siembra, cultivo e industrialización de la caña de azúcar.[2]
En relación con la
construcción del puente se conoce el convenio de 25 de julio de 1594, celebrado
entre Francisco Hernández de la Higuera
y Agustín de Oliva, este último de oficio cantero residente en el Ingenio de la
Santísima Trinidad, quien se hizo cargo de la construcción del puente. El 26 de
octubre de 1594 Juan Merino, oficial de cantería, se comprometió con Agustín de
Oliva para trabajar en la construcción del puente, ganando un sueldo de seis
reales diarios.[3] De aquí que fueran canteros poblanos ayudados por una gran población de indígenas y
de esclavos negros de la región, quienes se ocuparon de edificar la majestuosa
construcción que los lugareños denominaron “El Puente del Diablo”. El costo de
la obra de cantería y sillería se pactó en la suma de $ 7,000 pesos, lo que
representaba una cuantiosa cantidad, pero que sirvió a los hacendados de la
región para comunicar y trasladar sus productos más allá de las fronteras
regionales, obteniendo por ello pingues ganancias.
De
esa manera nos dice el historiador Gilberto Bermúdez Gorrochotegui que en el
último lustro del siglo XVI, los hacendados lo pusieron en servicio “en medio
del entusiasmo y el júbilo de los lugareños, quienes conmovidos por la
majestuosidad de la obra, le llamaron El Puente del Diablo”.[4]
[1] Gilberto
Bermúdez Gorrochotegui, El Mayorazgo de
la Higuera, Xalapa, Universidad Veracruzana, 1987,p.13.
[2]
Ibíd., p. 70.
[3] Gilberto
Bermúdez Gorrochotegui, Índice del Archivo Notarial de Xalapa, H. Ayuntamiento
Constitucional de Xalapa, 1991, pp, 98 y 116.
[4]
Gilberto Bermúdez, op.cit., 1987, p. 36