LA JACKIE KENNEDY
En la temprana década de los años sesenta, el Presidente de la República, Don Adolfo López Mateos, junto con sus secretarios, el de hacienda, Antonio Ortiz Mena, el de gobernación, Gustavo Díaz Ordaz, el de Relaciones Exteriores, Manuel Tello Baurraud y entre otros muchos, el eterno regente de hierro, Ernesto P. Uruchurtu, andaban de fiesta, demostrando que los mexicanos sabían ser buenos anfitriones.
No era para menos, en visita oficial a nuestro país, el matrimonio de John y Jacqueline Kennedy, se paseaban a bordo de un mercedes convertible, por el centro de la gran ciudad, ante la algarabía de miles de capitalinos, que con gritos, vítores, serpentinas y confeti, festejaban el carisma de los invitados.
La sencillez de Jacqueline Lee Bouvier de Kennedy, nacida en Southampton New York, un 28 de julio pero del año de 1929, fue muy apreciada por los católicos mexicanos, al asistir muy temprano a misa en la Basílica de Guadalupe, pero sobre todo, al enviar un mensaje en español a todo el pueblo de México.
Cuentan que ese día, el presidente Kennedy, en una muestra de cortesía, “le chuleó” el reloj que Don Adolfo, llevaba puesto y éste en respuesta, se lo quitó y vociferó: —tómelo señor presidente, se lo regalo. Horas más tarde, el galanazo Don Adolfo, cuando vio a la Jackie, vestida con un traje sastre color azul cielo, que contrastaba perfecto con sus ojos, al presidente Kennedy, le susurró al oído: —pero que re chula está su señora, señor presidente, y éste sin pensarlo dos veces, le replicó: —aquí está su pinchi reloj, te lo devuelvo, no quiero nada, quitándoselo de inmediato. Vaya usted a saber si esto fue cierto.
Esa visita, a México le costó, pagar un “módico interés nada ventajoso” y todo el capital, por un préstamo de veinte millones de dólares, que fueron canalizados para el sector agrícola.
Amigos, lo dice el refrán “Cada uno quiere llevar el agua a su molino y dejar en seco el de su vecino”.
¡Ánimo ingao...
Con el respeto de siempre Julio Contreras Díaz
El DJ, se acordó de la Jacky, antes de que se fuera con su Aristóteles.