Manuel F. López: a cien años de su muerte (2a. parte)
López debió conocer de la ausencia de Gabriel Gavira cuando perseguido por el
gobierno tuvo que abandonar el país. Y de su retorno en abril de 1911, trayendo el nombramiento de
jefe de la revolución en Veracruz, con lo cual se intensificó el movimiento. El mismo Gavira apunta que comenzó en Las Vigas a reunir un pequeño número de
hombres, al principio sólo fueron once o doce individuos montados y armados,
contingente que reforzó con la requisa forzada de caballos, armas y
monturas. Luego realizó preparativos para tomar la población de Altotonga el
día 5 de mayo, día en que se celebraba el desfile conmemorativo de la batalla
de Puebla contra los franceses. Se introdujo en el desfile y arengó al pueblo a
secundar la lucha revolucionaria, siendo
apoyado en sus argumentos libertarios por el profesor de la Escuela Municipal
Francisco R. Bertani. [1]
Al
día siguiente, 6 de mayo Gavira
prosiguió avanzando hacia Zapotitlán con la intención de encontrarse con Rafael
Tapia y Cándido Aguilar. Enterado de que éste último, lo invitaba a que se
reunieran en San Miguel del Soldado, se dirigió al encuentro de sus
correligionarios. Una vez unidos Gavira
fue reconocido jefe de los revolucionarios y como su segundo Cándido Aguilar. A partir de ese momento se iniciaron los
combates en las cercanías de la capital del estado y la zona central
veracruzana.[2]
Gavira
refiere que ya juntos, atravesaron la sierra del Cofre de Perote en medio de un
chubasco y que el día 10 de mayo se apoderaron de Xico y de Teocelo, con 65
hombres. Siguiendo hacia Cosautlán, población que fue tomada el día 12; ya para
entonces el contingente lo integraban 106 hombres.
Esas
eran las condiciones del movimiento revolucionario cuando emergió la figura de
Manuel F. López. Un acucioso investigador de esos hechos, el señor Rosendo
García Moreno relata que en entrevista que realizó al señor Luis Fernández
Martínez, hijo de Cosme Fernández, le
refirió que siendo un niño fue testigo del encuentro de los revolucionarios en
Loma San Juan, perteneciente al municipio de Ayahualulco. En ese lugar, el 10
de mayo se reunieron los teocelanos
Guadalupe Sánchez y Manuel F. López; el xiqueño Antonio Carmona y de Ixhuacán
Manuel Rivera. Y en ese rancho propiedad
de Cosme Fernández, Guadalupe Sánchez preguntó a una señora Juanita, si no le
habían dejado “una carguita” de parte del señor Manuel García de Texín, a lo
que respondió la señora que sí, que se hallaba encima del temaxcal. Dicha carguita consistía en “cuatro atados de
armas, carabinas 30-30, cincuentones, mausser de un tiro, tercerolas y varias
bolsas que contenían parque.”[3] Un poco más tarde llegaron
al lugar tres desconocidos:
…dos de
ellos con ropa muy similar a la costeña y con sombreros de palma; el tercero
con ropas muy parecidas a las de charro, con pantalón ajustado y sombrero muy
grande, de fieltro negro. También llegaron a pie, al igual que los cuatro
primeros visitantes.
El
extrañado Luis, -de unos diez años de edad- tiempo después, llegó a saber que
se trataba de Cándido Aguilar, de la congregación de Palma y Montero,
perteneciente al municipio de Córdoba; el otro Gabriel Gavira que, aunque
nativo del Distrito Federal, tenía muchos años de residir en Orizaba; y que el
tercer personaje era Silviano García de un lugar de la sierra llamado
Tlalmoloxtla, perteneciente al municipio de Quimixtlán.[4]
A
cuyo grupo, no tardaron en incorporarse los hermanos de Silviano García, cuyos
nombres eran: Abundio, Rosendo, Melitón, Eusebio y Agustín, un joven de 16 0 17
años que estudiaba el sexto de primaria en la Escuela Cantonal de Coatepec, la
cual abandonó para sumarse a la lucha armada. En el transcurso del día fueron
llegando más personas hasta conformarse un buen contingente. Se comenta que
Cándido Aguilar sacó de un morral una bandera nacional y enseguida procedió a
dar lectura a un documento, que probablemente hubiera sido el Plan de San
Ricardo. Acto seguido dispuso que Manuel F. López, Guadalupe Sánchez y Silviano
García se hincaran, cubriéndolos con el lienzo patrio y diciendo una arenga
exhortándolos a proseguir la lucha revolucionaria.[5]
[1][1]
Gabriel Gavira, Su actuación
político-militar revolucionaria, Xalapa, Ez., Gobierno del Estado de
Veracruz, 1986, p. 40.
[2][2]
Gavira ya contaba en sus filas con Adalberto Palacios, originario del puerto de
Veracruz. Con Aguilar iban Antonio Portas, Odilón Moreno, Nicandro Arredondo,
Gabriel Ruiz y Gilberto Camacho.
[3]
Rosendo García, Loma de San Juan, en Revista Teocelo, No. 3, CEPROSOC, pp.
[4]
Ibíd., p. 41.
[5]
Ibíd., p.21-22.