MRS. ENOLA GAY TIBBETS
Pertenecientes a la Micronesia, las islas
Marianas ubicadas en el Pacífico y Mar de las Filipinas al sur de Japón, son
bautizadas con ese nombre en alusión a doña Mariana de Austria esposa
de don Felipe IV, llamado el Grande. En ese archipiélago, durante la
Segunda Guerra Mundial, se escenificaron los más cruentos combates entre los
infantes de marina norteamericanos y las fuerzas imperiales japonesas. La isla
Tinian, debido a su cercanía con la isla nipona, aloja a la más importante base
aérea estadounidense y en un hangar muy especial y muy custodiado, espera entrar
en acción el bombardero B29 y el arma secreta, resultado del costoso
proyecto Manhattan.
Tres meses antes la guerra en Europa había terminado,
pero el ejército japonés, como cualquier aventurera, quiso vender caro su amor
y el emperador
Hirohito nunca se imaginó la enigmática arma que los gringos poseían, los
tres años que destinaron en investigación y sobre todo la inversión de varias
carretilladas de billete verde.
Esa noche, el piloto aviador, coronel Paul Tibbets,
acariciaba su potente dispositivo apodado Little-Boy; —traducido al español— “Chamaco”,
era el más poderoso artefacto que se lanzaría sobre los japoneses para que de
una vez por todas dejaran de estar chingando. En el exterior de la cabina, el
Coronel perfilaba el nombre de su señora madre; desde América, Mrs.
ENOLA
GAY TIBBETS rezaba y encomendaba a Dios a su querido hijo.
Esa mañana del 6 de agosto de 1945,
exactamente a las ocho horas con quince minutos, a 120 mil almas de las 450 mil
que habitaban en Hiroshima se las llevó la dama de la guadaña; otras 70 mil
sufrieron mutilaciones y quemaduras, otras miles a consecuencia de la
radiación, agonizaron lentamente.
La operación se desarrolló en un total de
doce horas. Cientos de miles de habitantes de la tierra del sol naciente
jamás han olvidado esta fecha. El coronel TIBBETS sobrevivió 62 años a ese exterminio;
falleció apenas hace una década a la edad de 92.
Amigos, esta aniquilación no debe repetirse;
SUN
TZU nos dijo: “La peor táctica es atacar a una ciudad. Asediar, acorralar a
una ciudad sólo se lleva a cabo como último recurso”. ¡Y vaya recurso que
emplearon estos vecinitos!
¡Ánimo ingao...!
Con el respeto de siempre Julio Contreras Díaz.