Retrato lejano de la sociedad actual.


Por Melnyk Ferman


Redes (1936), película co-dirigida por el austriaco Fred Zinneman (From Here to Eternity, A Man for All Seasons) y el mexicano Emilio Gómez Muriel (La mujer del puerto, Simitrio) narra la historia de un grupo de pescadores bajo la opresión de Don Anselmo (David Valle González), viejo mezquino mercader, quienes terminan por sublevarse para reclamar una mejor paga, hecho que culmina en el asesinato de Miro (Silvio Hernández), fatídico acto que fortalece el coraje del espectador al empatizar con el protagonista quien pierde de primeras a su hijo apenas en el tercio inicial del metraje.

   Película cimiento en la filmografía nacional, influenciada por los ideales socialista que permeaban. Relato que sin suscribirse a ningún movimiento pareciera encajar claramente con el “Tercer cine”, corriente latinoamericana que nacería casi veinte años después y que buscaría una identidad regional, un cine que fortalece los valores estéticos y narrativos, donde se busca darle voz a las necesidades sociales que acontecen fuera de las problemáticas estadounidenses y europeas. Y no es en Redes, una película considerada “docu-ficción”, donde se mezclan las virtudes que palpitan entre lo estético de la vanguardia de aquella época, es el retrato naturalista de los conflictos propios de nuestra sociedad: la desigualdad social es ejecutada desde un ámbito político-económico.


El texto forma parte del segundo número de la revista del Círculo la cual puede leer de manera íntegra en  https://bit.ly/2KDLU59