Arnulfo R. Gómez, defensor de la revolución
Por Soledad García y Jorge Vela
Fusilamiento de Arnulfo R. Gómez. Fotog. Arturo Flores, 1927. |
En 1927 las disputas por el poder
encendieron nuevamente la rebelión armada en el país. En junio de ese año
aceptaron su candidatura presidencial, el general Francisco R. Serrano por el
Partido Nacional Reformador; el general Arnulfo R. Gómez por el Partido
Antirreeleccionista y el general Álvaro Obregón apoyado por el presidente
Plutarco Elías Calles. La contienda avanzó de un modo turbulento y se precipitó en hechos lamentables. Serrano fue asesinado en Huitzilac, Morelos, y Gómez en Coatepec. Con ello, Obregón obtuvo pero una efímera victoria, pero Gómez alcanzó la honra perpetua como defensor de la democracia.
Inicios de un revolucionario
Arnulfo R. Gómez. INAH. |
La turbulenta carrera presidencial
La contienda electoral, que un principio parecía rendirse a él, tuvo un
giro inesperado. En ese mismo año, el presidente Plutarco Elías Calles derogó
el principio antirreeleccionista para favorecer a Álvaro Obregón, quien pretendía
ocupar el ejecutivo federal en un segundo mandato. Con el apoyo oficial
concedido Obregón, con sus adeptos dominando el congreso y con una gran
fracción del ejército secundándole, el Jefe Máximo traicionaba el precepto que
revolucionó a la nación 17 años atrás.
A pesar de la inhóspita circunstancia, Gómez se negó a abandonar su
candidatura. Conocía perfectamente las capacidades del estado mexicano y por
ello aseveraba lo siguiente: “Sí nuestro voto sale burlado, no nos quedará más
recurso que el [de] las armas”. Su determinación no solo era peligrosa, también
era amenazante y, como alto mando del ejército mexicano, representaba un
obstáculo para los objetivos callistas. A esta situación se sumó un revés político
gestado desde el congreso: el 21 de septiembre de 1927, un grupo de diputados
se proclamaron en contra de la reforma constitucional de Calles, ante lo cual,
el panorama se recrudecía.
Arnulfo no pudo ignorar todo lo acontecido y, en los días subsecuentes, se
reunió con el Gral. Francisco R. Serrano, el tercer candidato presidencial, para
analizar el escenario nacional. Ante las improbabilidades dentro del panorama
electoral, los candidatos antirreeleccionistas dispusieron de un planteamiento
extremo: realizar un golpe de estado. Tal movimiento tenía la intención de capturar
al presidente Plutarco Elías Calles, al candidato Álvaro Obregón y al Secretario
de Guerra Joaquín Amaro. Sin embargo, la escaramuza fue por demás contraproducente:
Francisco Serrano fue capturado y ejecutado, mientras que Gómez fue perseguido.
En retirada, Arnulfo se dirigió a la sierra veracruzana donde las vertientes
orientales del Cofre de Perote le dieron amparo, residiendo con sus hombres en
los bosques de Ayahualulco, donde el sonorense ganó simpatías entre los
locales, quienes se adhirieron al movimiento.
Escuadrones aéreos y terrestres, así como
el Estado mayor presidencial, fueron desplegados en la región para capturarle.
Tras meses de asedio, el 10 de octubre de 1927, el General José Gonzalo Escobar
ejecutó un movimiento en la zona donde derrotó al antirreeleccionista, pero no
pudo aprehenderlo. Hubo que esperar tres semanas para que las fuerzas federales
tuvieran una nueva oportunidad: el 4 de noviembre, Gómez fue apresado junto con
el general Silvano García Contreras y el capital Valerio Ruiz en inmediaciones
de Teocelo e Ixhuacán, al parecer, mientras trataban de abandonar la zona. El
ejército les trasladó por ferrocarril a la ciudad de Coatepec, donde se convocó
a un juicio sumario en el hostal “La Estrella de Oro”.
Juicio en la Estrella de Oro
Para testificar el acto, se pidió la presencia del notario público
Patricio García y Sedas. El notario, en carta a sus familiares y para el caso
de historiar el suceso, narró los acontecimientos de ese 5 de noviembre. En el
documento citó que ese día, a las seis de la mañana, antes de ingresar al
templo parroquial fue alcanzado por Sr. Cosme Rebolledo, Alcalde Municipal, y
un militar, quienes le indicaron que se requería urgentemente su presencia en
la Estrella de Oro. En el corredor de ese lugar, le fue presentado el Gral.
Escobar que le manifestó que traía presos al Gral. Gómez y dos oficiales
rebeldes, pidiéndole que le ayudara a redactar el expediente del Consejo de
Guerra para juzgar a los aprehendidos. García y Sedas mencionó que accedió a
esa petición “no obstante, que en mi conciencia estaba, que no sabía desempeñar
esa comisión, por ignorar las leyes del procedimiento militar”. Después,
escribió los datos relativos al lugar, fecha y hora del suceso y se procedió a
integrar el consejo integrado por un acusador que fue el Gral. Escobar y “de
cinco generales que fueron habilitados de Divisionarios”.
“Desde
la formación del personal del consejo hasta la Sentencia, el Gral. Escobar
redactó el contenido del acta, en la que se decretó aplicar la pena capital al
Gral. Gómez y a los dos oficiales que venían presos en su compañía, entre los
cuales estaba un sobrino del primero. Yo insinué al Consejo, la conveniencia de
tomar declaración a los procesados, pero tal indicación no fue tomada en
cuenta, porque la parte acusadora dijo: que los presos, no podían negar que
estaban levantados en rebelión y que fueron capturados con las armas en la
mano. Ni la insinuación mía, ni las razones que se dieron para no aceptarla, se
hicieron constar en el acta del Consejo de Guerra.”(García y Sedas, 1927)
El notario explicó que no se le autorizó ningún testamento del Gral.
Gómez, personaje a quien tampoco vio ese día, pues únicamente se le explicó que
el preso venía en el caboose del tren que se encontraba estacionado frente a la
Estrella de Oro.
Un triunfo efímero para
Obregón y honra perpetua para Gómez
Con la muerte de los contendientes, Álvaro Obregón salió triunfal en los
comicios federales de 1928. Sin embargo, José de León Toral le arrebató la vida
en el café “La Bombilla” antes de poder tomar posesión del cargo por lo que una
nueva etapa de la política nacional germinó en ese momento.
En el sitio del fusilamiento del Gral. Arnulfo R. Gómez, el ayuntamiento
municipal de Coatepec, administración 1985-1988, colocó una esquela para
conmemorar a los defensores de la democracia, revalorando así a estos héroes
que lucharon por construir una mejor nación. El Ayuntamiento de Ayahualulco,
por su parte, se enorgullece de ser bastión del antirreeleccionismo,
conmemorando la batalla donde sus abuelos defendieron, junto al general, uno de
los principios máximos del movimiento revolucionario.
Durante muchas décadas, el nombre de Arnulfo R. Gómez se marginó de la
historia. Su convicción no tuvo cabida en los libros de texto debido a la
confrontación que manifestó contra el poder presidencial posrevolucionario.
Sería en fechas recientes que los esfuerzos por difundir su lucha se
incrementarían por parte de diversas instituciones y actores de la vida
cultural coatepecana. Signatario del ideal no reelección, el General Gómez
tiene un nicho importante en la historia regional.
Lápida en honor a Arnulfo R. Gómez. Fotog. Jorge Vela, 2020. |