La bajada parte 3



 Por Jorge Vela.

Los arcos hacen su entrada en el primer cuadro de la ciudad tras descender por la calle de Arteaga. El grueso de la multitud se aglomera en el parque Hidalgo y en las calles circundantes para admirar La Bajada, en tanto que un reducido sector de los asistentes, aprecia la procesión desde los pocos balcones y terrazas que existen en el centro de Coatepec. Desde donde se miren, las ofrendas son asombrosas y, si bien son enormes, sus dimensiones no se calculan en metros, sino en función del número de cargadores que las portan.

Fotóg. Jorge Vela. 2024.



El arco mayor cruza las calles Luis de San José, Mateo Rebolledo, y se estaciona en la primera cuadra de Aldama. En este punto, una de las rejas de la parroquia, fue modificada ex profeso para permitir que la ofrenda ingrese sin mayores complicaciones al recinto. La manufactura, los cargadores y los tejedores sortean el zócalo del atrio e inician la instalación de la efímera fachada. Es posible observar cómo diversas cuadrillas se apuestan sobre la bóveda de la iglesia para tirar de las cuerdas. Los garrocheros, por su parte, toman los horcones y se preparan para apuntalar el arco desde el inferior. El resto de los cargadores se encargan de colocar el arco frente al paramento y esperan la indicación. Una voz de -¡ya!- señala el momento culmen del rejuego. Los hijos de Coatepec disponen de toda su fuerza para elevar la pesada ofrenda que ha de decorar el principal templo de la localidad. Los gestos y los gritos se emiten al por mayor: algunos reiteran las indicaciones, otros las discuten, pero todos contribuyen a la faena. Tras algunos momentos, la detonación de la pirotecnia y el vítor popular atestiguan el buen fin de los trabajos.


Fotóg. Jorge Vela. 2024.

Una vez que los habitantes de Los Carriles han cumplido con su encomienda, el resto de los arcos, que en la edición 2024 sumaron 17, hacen lo propio. Las manufacturas destinadas a los accesos laterales de la parroquia son colocadas, y las demás ofrendas se presentan a San Jerónimo antes de iniciar el movimiento con dirección a sus respectivos templos.


Fotóg. Jorge Vela. 2024.

La noche comienza a caer, y el barrio de la 3ª de Arteaga se encuentra en lento movimiento por la calle Jiménez del Campillo. Su andar se detiene y este pequeño receso sirve para que los cargadores recuperen algo de las fuerzas que han invertido. Se comparten algunas bebidas mientras los leones del barrio baten su melena. Su cola golpea a cualquier incauto, los cohetes retumban en el cielo. De pronto, la voz de Marco Mávil, el encargado del arco, se manifiesta entre el bullicio: es hora de continuar con la marcha por la antigua Calle Real y dirigirse a la Rectoría de Nuestra Señora de Guadalupe a través de la calle de Hidalgo. El grupo que acompaña al arco es cada vez más numeroso: amigos y familiares de los arqueros, así como la feligresía del templo, se suman en el trayecto. Las decimonónicas casonas y vehículos mal estacionados enmarcan el último tramo de la procesión. En las rejas del templo, el presbítero se encuentra esperando el arribo y, tras encomendar la ofrenda a Dios, el sacerdote bendice al arco y a sus arqueros. En esta ocasión, no se permitió el acceso al reducido atrio través del portón principal. Se tuvo que recurrir a la reja, localizada sobre la calle de Aldama, para introducir la ofrenda, lo que significó mayores dificultades.  


Fotóg. Jorge Vela. 2024.


Las cuerdas se lanzaron desde el frontón; el arco trata de colocarse en posición para el ascenso. Los garrocheros apuntalan la estructura y los cargadores la propulsan. La instalación está costando demasiado: los maderos chocan contra una cornisa, obstaculizando la tarea. Un par de recesos son requeridos para que la coordinación también fluya. El arco de la 3ª de Arteaga es colocado entre aplausos y cohetes. Sin embargo, la tarea no se detiene ahí: en un acto de solidaridad, los arqueros ayudarán a sus pares provenientes de la calle de Tlanalapa para colocar su ofrenda en el otro acceso al templo. Una vez finalizadas las labores, el barrio los espera con alimentos y música que durará toda la noche.


Fotóg. Jorge Vela. 2024.

Fotóg. Jorge Vela. 2024.

Fotóg. Jorge Vela. 2024.