Por Jorge Vela
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Fotóg. Jorge Vela, 2024.
| Fotóg. Jorge Vela, 2024.
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Cerca de las 4 de la tarde, la celebración litúrgica ha concluido y el sonido de cohetes indica a los arqueros que la bajada está por comenzar. Sobre la misma calle de Javier Mina, suenan estruendosos chasquidos que llaman la atención: son los arreadores que, con sus látigos de cuerda, hacen retroceder a la multitud para dar espacio a la columna. De inmediato, danzantes y músicos conforman la vanguardia: negros, damas y payasos se disponen a bailar al son de los violines. Los presbíteros de los principales templos de Coatepec descienden del templete y, junto a sus monaguillos, rodean al Patrono. San Jerónimo, ataviado de túnica cardenalicia y sombrero, es elevado en su litera por un grupo de fieles, quienes llevan esperando todo el año para ser bendecidos con tan alto honor. En Los Carriles, la bajada inicia su recorrido con dirección al oriente para, posteriormente girar hacia el sur sobre la calle de Quintana Roo. Allí, propios y extraños miran pasar al Doctor de la Iglesia, le aplauden, gritan su nombre, lo vitorean. Tras él, los danzantes de San Jerónimo baten sus cascabeles al celoso ritmo de su líder. Los espejos de sus tocados reflejan pequeños instantes de la fiesta; los detalles coloridos de sus trajes, contrastan con las nubes de tormenta que se posan sobre Coatepec.
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Fotóg. Jorge Vela, 2024. |
Los arcos inaugurales son portados por grupos de infantes que han decidido participar en la fiesta. Su lugar en la bajada es una cortesía que los arqueros adultos conceden, en reconocimiento del importante papel que juegan las nuevas generaciones en la supervivencia de la fiesta. De esta manera, desfila el arco de Jardín de niños "Juan Zilli", de aproximadamente 1.2 metros de ancho por 2.4 metros de altura. Los preescolares son auxiliados por sus padres para mover tan pesada carga, y, en reconocimiento a su esfuerzo, los asistentes les motivan con gritos y porras. Su manufactura se funde entre un mar de acompañantes y, al continuar su camino, dan paso a la siguiente. La ofrenda destinada al pozo del Divino Niño aparece en escena. Sus pequeños arqueros se muestran alegres y, por unos instantes, detienen la marcha para levantar su hermoso arco. Este gesto con el cual los arqueros saludan a los asistentes y a los santos, contagia de algarabía a los coatepecanos. Tras reiniciar su recorrido, una cortina de humo se extiende por la calle de Quintana Roo. Los fuegos artificiales, cuyas detonaciones anteceden a la principal y más tradicional oferta de San Jerónimo, son lanzados por individuos que no le temen a la pólvora. Coheteros, garrocheros, sogueros y otros vecinos, conforma la nutrida comitiva que es custodia por un león que se elaboró a partir de costales de yute. En el corazón del contingente yace el arco mayor, cargado por decenas de hombres, cuyo impulso dota de vida a la ofrenda: el arco se tuerce, se eleva y serpentea entre los apabullantes gritos de sus cargadores. -¡Agua, agua, agua!- piden los arqueros, y como el cielo no ha querido llover, algunos vecinos lanzan el líquido desde sus azoteas, en tanto que otros se acercan con cubos para empaparlos.
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Fotóg. Jorge Vela, 2024. |
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Fotóg. Jorge Vela, 2024. |
El arco mayor avanza y tras él, desfilan las ofrendas que, elaboradas en la cuarta calle de Hernández y Hernández, se colocarán en los accesos laterales del templo parroquial. Acto seguido, desfila la cuarta calle de Arteaga con su arco infantil destinado a la capilla de la Cruz de Independencia, así como su ofrenda destinada al templo del Sagrado Corazón. El octavo y noveno sitio, les corresponde a los infantes de Rio La Marina y la Capilla de Cristo Rey.
Las siguientes dos ofrendas, manufacturada en la tercera calle de Arteaga y Tlanalapa, ocuparan su sitio en el templo de Guadalupe. Le suceden los arcos de la calle Anáhuac y de La Cruz Verde, ambas a colocarse en la iglesia del Calvario. Posteriormente avanza la manufactura de la colonia de El Sapo, la cual adornará la capilla de Santa Teresa. Las ofrendas de la quinta cuadra de Hernández y Hernández, que enmarcarán el templo de la Virgen de la Luz y de la Virgen de Fátima respectivamente, también avanzan con alegría popular. Y, para finalizar, el barrio de Quintana Roo carga dos manufacturas, destinadas al templo de la Virgen de Dolores.
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Fotóg. Jorge Vela, 2024. |
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Fotóg. Jorge Vela, 2024.
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